Fran Saez, presentador de Murcia Conecta, entrevista al Dr. Juan Pablo Pelegrín, otorrinolaringólogo, sobre la relación entre su especialidad y el coronavirus.
Entre las secuelas que puede dejar en los pacientes el COVID-19 están la pérdida del olfato y el gusto. No es tan frecuente, pero también se han dado casos de pérdida auditiva.
Murcia Conecta, programa de 7 TV Región de Murcia presentado por Fran Saez, se ha interesado por la relación entre el coronavirus y la otorrinolaringología. Para ello entrevistó al Dr. Juan Pablo Pelegrín, especialista de la Unidad de OTR de nuestro hospital.
¿Qué evidencias hay de que el COVID-19 pueda causar alteraciones auditivas?
No hay evidencias sólidas de estas alteraciones a nivel auditivo. Es cierto que en la literatura contamos con 12 casos, a nivel mundial, publicados de pacientes que han pasado el coronavirus y han sufrido episodios de sordera absoluta. Por eso la Sociedad Española de Otorrinolaringología ha comenzado un estudio prospectivo en el que analiza más a fondo esta posible asociación.
Durante el periodo de confinamiento hemos visto pacientes con acufenos y algunos de sordera que suelen ser más atribuibles a virus como la gripe o el herpes. Actualmente estamos tratando de averiguar la posible relación con el COVID-19.
¿Qué se suele encontrar de forma más general?
Se trata de patologías del oído interno. El coronavirus afecta y deja secuelas en diferentes órganos como el corazón en forma de miocarditis o el sistema nervioso central y periférico, donde estaría el oído interno.
El virus tiene la capacidad de producir muchos efectos inflamatorios, liberación de citoquinas que pueden afectar a oído interno o efectos trombóticos, que dificultan la circulación tan extremadamente compleja en la zona. Por lo cual no es de extrañar que estos pacientes puedan presentar pérdidas de audición, molestias como acufenos o síndromes vertiginosos, aunque todavía no hay evidencia sólida.
¿Cómo debemos actuar ante secuelas como pérdida de olfato y el gusto?
Son síntomas muy generales del COVID-19, junto con fiebre, tos y otras. Lo normal es que el 50% de esos pacientes se recuperen a las dos semanas y entre el 80 y 90% tarden unos seis meses. Pasaríamos de ese síntoma inicial a una secuela en el caso de que la alteración de olfato y gusto persista.
Para tratar la secuela, lo más importante que tenemos es objetivarlo con técnicas diagnósticas como la olfatometría, con la que cuantificamos la percepción olfativa del paciente.
Podemos diferenciar hiposmia, que es una percepción disminuida de los olores, o anosmia, cuando hay una destrucción completa del sistema olfativo. En este 10 o 20% de pacientes, nuestra recomendación es que realicen ejercicios de reeducación, lo que llamamos training olfativo.
Se trata de ejercicios simples para reentrenar la capacidad olfativa con ejercicios dos veces al día con olores característicos como rosa, limón, eucalipto, de forma que el olfato vaya recuperando su capacidad.