Esta obra recoge consejos útiles para rescatar a los heridos y recuperarse de todos los accidentes del Siglo XIX.

Hay una obra de arte muy especial en nuestro hospital. Se trata de un grabado de mediados del siglo XIX, época de grandes grabadores como Guillaume Laguillermine, autor de ésta y otras láminas y de decenas de mapas. Tampoco se sabe mucho más del autor, pero sí de la editorial Maison Basset, que entre 1819 y 1860 publicó innumerables mapas y otras impresiones, además de libros.

Desde sus oficinas en el número 64 de la Rue St. Jacques, luego en el 33 de la Rue de Seine, París, Francia, Maison Basset publicó las obras de destacados cartógrafos y grabadores franceses como Barbie du Bocage, A. Vuillemin, J. B. Charle, V. Levasseur, Tu. Duvotenay, H. Dufor, F. E. George y otros. Su biblioteca de publicaciones es diversa y amplia, muy centrada en textos médicos y científicos, incluidos varios atlas importantes.

En esta obra, “La Medecine a la Maison” -La Medicina en Casa-, “sobre consejos útiles para rescatar a los heridos y recuperarse de todos los accidentes”, se aprecian los conocimiento médicos de la época. Nos parece muy interesante rescatar esta obra y traducirla, pues el contraste entre los remedios caseros para accidentes cotidianos de entonces y lo que hoy en día haríamos en nuestros hogares es enorme.

Se trata de un conjunto de 24 viñetas en las que se desglosan los accidentes y enfermedades más comunes de la época. En esta primera entrega de un total de cuatro, desglosamos y traducimos las seis primeras.

Picaduras de abeja, avispa, abejorro.

Después de intentar quitar el aguijón con un alfiler o con unas pinzas pequeñas, presionar el aguijón en todas direcciones y lavarlo con agua salada, o con orina.

Es preferible una mezcla a partes iguales de amoníaco líquido y aceite de oliva, si se consigue fácilmente.

A veces son necesarios algunos cataplasmas emolientes, migas de pan y leche o semillas de lino para detener la inflamación y disminuir la hinchazón.

También debe tomar bebidas calmantes y refrescantes.

Callos en las verrugas del pie y puerros.

Para calmar la dificultad se evita que causen dolor cortándolos muy a menudo, después de haberlos ablandado en agua caliente, frotándolos con ella y una piedra pómez cortada en forma de lima y empapada en agua saturada durante mucho tiempo, tocándolas con nitrato de plata.

Disolver sal amoniacal en agua hace desaparecer las verrugas y los puerros.

Dolor de muelas.

Para calmar los dolores de muelas hay que ponerle en la boca aguardiente muy fuerte, o un diente de ajo cocido bajo las cenizas, o una pieza de tabaco, o un clavo, o corteza de saúco hervida en vinagre.

Cuando un diente está completamente estropeado, es mejor acudir al dentista que emplear remedios que alivian pero no curan.

Se puede sacar un diente sin experimentar dolor al poner la bebida espirituosa de amoníaco en este diente.

Indigestión.

Los síntomas de la indigestión son pesadez y dolor en el estómago acompañado de dolor de corazón y un dolor de cabeza violento. Entonces es necesario provocar la evacuación vomitando bebiendo primero abundantemente agua tibia y tomar luego infusiones de tilo con unas cucharadas de sal.

Sobre todo hay que evitar todos los licores, estas bebidas, lejos de ser útiles, son en este caso muy peligrosas. La dieta y el descanso determinan la recuperación.

Agujas, alfileres y astillas.

Hay que apretar la herida para hacerla sangrar lo más posible después de sacar la astilla o el cuerpo que penetró. Luego, si es posible, hay que sumergir la parte lesionada en agua fría y agua casi hirviendo varias veces para evitar que se forme un absceso.

Un emplasto de pimienta negra o la pulpa de cebollas cocidas bajo las cenizas evitan la inflamación del absceso resultante de la lesión. Cataplasmas de pan rallado y leche alivian los dolores resultantes.

Congelación y agrietamiento.

Los sabañones no ulcerados suelen curarse frotándolos por la mañana y por la noche con aguardiente alcanforado, o con nieve en la que se echa una cucharada de Extracto de Saturno*, o bañándolos en una cocción de salvia y vino tosco o en aguardiente de vino, o en la orina.

Cuando los sabañones estén agrietados o pinchados, aplicar una pomada compuesta por una parte de cera amarilla derretida en 4 partes de aceite de nuez. La grasa de cerdo y la médula de res también hacen mucho bien.

*El acetato de plomo o Extracto de Saturno se aplicó en el siglo XVIII en medicina general y en cirugía. Se trataba de una solución acuosa de acetato de plomo con alcohol que se utilizaba como tratamiento para quemaduras, contusiones, dolores reumáticos, hernias, inflamaciones y hasta herpes.

Hospital Mesa del Castillo