Es complicado saber qué es lo que hace nuestro cuerpo mientras dormimos. Por esa razón, muchas personas no saben que sufren de bruxismo nocturno. En muchas ocasiones es la propia pareja la que descubre el problema al escuchar el rechineo. Se trata de un hábito involuntario que hace que los pacientes aprieten la mandíbula fuertemente o hagan rechinar los dientes, frotándolos o deslizándolos, sin ningún objetivo funcional.

La causa más habitual del bruxismo es el estrés, la ansiedad o la tensión acumulada. Otros factores que intervienen pueden ser trastornos del sueño, como la apnea y los ronquidos. En algunas ocasiones el bruxismo puede ser un efecto secundario de algunas medicaciones antidepresivas, pero cualquier cambio en la medicación debe ser consultado antes con el médico.

Aunque el bruxismo no es un trastorno peligroso, si no se corrige puede causar lesiones dentales permanentes. Es posible que el bruxismo no genere síntomas claramente visibles, aunque algunas personas sí sienten dolores faciales, de oído y de cabeza al levantarse.

¿Cómo evitar el bruxismo?

Los tratamientos en este caso buscan reducir el dolor, si lo hay, y prevenir el daño dental permanente al mismo tiempo que se trata de disminuir la fricción dental.

Para proteger los dientes es muy habitual el uso de protectores bucales o aparatos (férulas) hechos a medida del paciente, de forma que quedan totalmente adaptados durante la noche y no permiten movimientos que puedan erosionar la superficie dental.

Sin embargo, muchos especialistas también recomiendan cambios en el estilo de vida para sobrellevar mejor el estrés diario y estar más tranquilos. El consumo de drogas recreativas como el éxtasis o la cocaína también puede empeorar el problema.

Si eso no funciona hay algunos tratamientos psicológicos que pueden ayudar, como las terapias cognitivo-conductuales, que se centran en el vínculo entre el pensamiento y la conducta.