La Dra. Francisca González es responsable de la Unidad de Deshabituación Tábaquica del hospital Mesa del Castillo, que se estrenó el pasado mes de mayo. El abordaje clínico del consumo de tabaco puede ser un factor determinante en el éxito de las personas a la hora de abandonar el hábito. En combinación con el calor y el aumento de la exposición al sol, el tabaco multiplica sus efectos negativos.

No parece que el verano sea el mejor momento para dejar de fumar. Tiempo libre, terrazas, eventos lúdicos…

Al contrario de lo que pueda parecer, el verano es una oportunidad única en el año para dejar de fumar. Se trata de un periodo en el año donde soltamos la rutina del día a día, cambiamos incluso de residencia, tenemos relaciones sociales diferentes y adoptamos un ritmo diferente. Si alguien quiere dejar de fumar, estos cambios tan radicales en su rutina pueden ayudarle a concienciarse y tener éxito.

Después, en la vuelta a la rutina del trabajo y la vida normal, tenemos mucho esfuerzo realizado y continuar resistiendo la tentación no se hace tan complicado.

Así los famosos catarros de verano son más llevaderos.

Exacto. Todos sabemos los catarros de verano son muy incómodos y tardan mucho tiempo en desaparecer. Si eliminamos el tabaco de esta fórmula, es muy probable que tanto incomodidad del proceso como el tiempo de curación se vean reducidos.

¿Y los efectos en la piel?

En verano la piel sufre por su exposición al sol. Por eso se recomienda el uso de cremas protectoras e hidratantes. El tabaco, por su parte es un agravador de la debilidad de la piel con más incidencia en la cara porque se suman los efectos de los rayos ultravioletas del sol. Podemos decir que en verano, este efecto se multiplica.

El consumo de tabaco provoca deshidratación de la piel, volviéndola áspera, quebradiza e inflexible. A esto se suma la poca oxigenación de las células, que hace que el cutis parezca grisáceo y apagado. El tabaquismo provoca un envejecimiento prematuro en la piel que es más evidente en las mujeres.

En definitiva, verano y tabaco es una combinación muy perjudicial.

¿En qué consiste su labor desde la Unidad de Deshabituación Tabáquica?

Nuestra labor como profesionales de la salud es ayudar a los pacientes a comprender el riesgo que supone el consumo de tabaco para su salud y facilitar que se planteen la necesidad de eliminarlo.
Una vez que el paciente ha tomado conciencia de la gravedad de su hábito y decide dejar de fumar, mi trabajo es reforzar sus posibilidades de éxito en la abstinencia.

¿Qué tratamientos médicos son los más aplicados para dejar de fumar?

En primer lugar contamos con la terapia sustitutiva con nicotina, que consiste en los parches, chicles y pastillas. Esto es muy eficaz en fumadores que no están muy enganchados al hábito.

Para fumadores con gran dependencia, el mejor tratamiento se realiza con el conocido Champix, cuyo principio activo es la vareniclina. Este fármaco ocupa los receptores del tabaco en el cerebro que producen la adicción neutralizando su demanda y calmando el deseo de fumar. El inconveniente para muchas personas es su precio, pero como les digo a mis pacientes, a medio plazo sale muy barato si lo comparas con el gasto que supone el tabaco.