Los dientes son unos cuerpos anatómicos engarzados en las mandíbulas con una parte descubierta que es la que vemos. Se componen de fósforo y calcio, propiedades que le dan su dureza característica. Su misión es facilitar la primera etapa de la digestión mediante la masticación y participar en el proceso comunicativo.

Las piezas dentales se componen de diferentes tejidos:

El esmalte dental, que es el tejido más duro del cuerpo humano, indoloro y translúcido.

La dentina, que aporta color a los dientes, elasticidad al esmalte y permanece oculta por una capa opaca que recibe el nombre de cemento dental, encardado de unificar los dientes y la mandíbula.

La pulpa dentaria, que es un tejido formado por vasos sanguíneos y fibras nerviosas que le aportan sensibilidad a los dientes.

Por último, los tejidos peridentarios, que rodean al diente y conforman el periodonto, constituido por la encía, el ligamento periodontal, el cemento radicular y el hueso alveolar.

¿Cómo se desarrollan los dientes y cuál es su estructura?

No es hasta los 6 o 7 años cuando los dientes de leche empiezan a caerse por la erupción de los dientes definitivos, que en total son 32. Así, los dientes definitivos se distribuyen en cuatro grupos:

  • Incisivos: son los ocho dientes delanteros. Los incisivos superiores son más grandes que los inferiores, y la función de ambos es trocear los alimentos gracias a su afilado borde. Tienen una corona de forma cónica y constan de única raíz.

  • Caninos: conocimos comúnmente como los colmillos. Son cuatro dientes situados al lado de los incisivos con forma puntiaguda, la cual facilita la trituración de los alimentos.

  • Premolares: se trata de ocho dientes con dos cúspides puntiagudas que facilitan la masticación y situados entre los caninos y los molares.

  • Molares: son los dientes de mayor tamaño. Tienen anchas cúspides, cuatro o cinco prominencias y pueden tener hasta cuatro raíces. Forman un conjunto de doce dientes en total, cuya función es, como su propio nombre indica, moler los alimentos.

Igualmente, la estructura morfológica de los dientes comprende la corona; que es la parte visible de los dientes, el cuello; que es la zona de unión y la raíz; que es el anclaje incrustado en el interior del hueso.

Para conservar los dientes en buen estado debemos seguir unas normas básicas de alimentación e higiene, tales como cepillarnos los dientes tras cada comida durante al menos dos minutos, utilizar colutorios para propiciar la remineralización del esmalte, usar seda o hilo dental para conseguir una higiene más exhaustiva en aquellas zonas en las que el cepillo dental no llega y evitar en lo posible el consumo de alimentos y bebidas ricas en azúcares, ya que son la principal causa de caries y otras enfermedades bucales.

Asimismo, debemos acudir al menos dos veces al año al dentista desde la infancia, con el fin de prevenir futuras enfermedades bucales, recibir los consejos del dentista y realizarnos una limpieza bucal profesional que mantenga nuestra boca libre de placa.